El incienso ondulante, lo imaginé llevado por una ráfaga de aldehídos y bayas de enebro, elevándose en el aire. Esta ilusión aromática está marcada por una rosa bellamente refinada, espolvoreada con violeta y complementada con un bouquet acuático.
¿Su evolución? Lo diseñé para volverse más resinoso, cálido con ámbar y refrescado por estallidos de ralladura de jengibre—un juego entre el calor y el frío.