La elegancia de un gran ámbar, sofisticado hasta la médula. Recuerdo de un atardecer lascivo en las alturas del Bósforo, entre Oriente y Occidente.
La verticalidad de la bergamota sublima sus notas amaderadas de cedro, sándalo y vainilla.
Su potente aliento revela su belleza a través de una ascensión obsesiva, al borde de la sensualidad.